Este centro educativo fue favorecido con recursos entregados este año por Fundación Descúbreme, los que sirven para dar un primer paso en pos de la inserción.
Para las personas con discapacidad cognitiva ¿qué hay después de una escuela especial? Después de los 26 años, edad límite permitida por el sistema público para recibir educación de este tipo, muchos jóvenes se quedan sin herramientas suficientes para integrarse a la sociedad. Esta es una realidad conocida y que la Escuela Especial Unamkalén de Colina intenta cambiar.
Johanna Pedreros, directora del establecimiento, cuenta a Descubreme.cl que lograr la inserción laboral de sus alumnos una vez que egresan de la escuela es un sueño, y un primer paso para concretarlo comenzó este año con el “taller protegido” de banquetería, para el cual el Fondo Descúbreme entregó alrededor de 6 millones de pesos, dinero recaudado en un cien por ciento gracias a los vueltos de los clientes de Unimarc.
El curso capacita a 22 jóvenes con discapacidad cognitiva leve, moderada y severa, con el fin de dotarlos de competencias socio-laborales. “Comenzamos con esto en abril y la idea es poder trabajar con máquinas industriales, ya estamos hablando de otro nivel de producción. Es un primer paso para profesionalizar su trabajo”, explica Johanna Pedreros.
Si bien la mayoría de los alumnos lleva años aprendiendo a cocinar, este taller les está brindando un nivel de aprendizaje y trabajo más avanzado. “La idea es que ellos ojalá algún día puedan percibir algún ingreso y puedan tener mayores opciones laborales, incluso fuera de Colina”, expresó también la educadora del taller, Jessica Rodríguez.
La profesional destaca que este tipo de aprendizaje ha sido fundamental para que ellos puedan sentir que son un aporte para la sociedad, sus familias y su escuela. Pero esto no basta: las tías, los padres y los mismos jóvenes quieren más.
“Nuestro sueño es que algún día podamos establecer un lugar fijo como una panadería para que ellos puedan percibir algo por su trabajo, para que puedan sentirse aún más valorados. Porque los jóvenes con discapacidad cognitiva tienen solamente hasta cierta edad en educación especial, y después ¿qué hay para ellos? No hay espacio en la sociedad para hombres y mujeres. Entonces esto les abre un camino, un indicio de que sí se pueden hacer cosas. Pero es fundamental el aporte y el apoyo con recursos económicos para profesionalizarlo”, expresa la educadora.
Para ganar más recursos y seguir avanzando es que la escuela está preparando nuevos proyectos para participar en fondos concursables y poder así concretar este anhelo de alumnos, padres y educadoras de la Escuela Especial Unamkalen. “Esta idea es un sueño de todos”, sentencia la directora Johanna Pedreros.
Los alumnos
Pese a los diversos síndromes y niveles de discapacidad cognitiva, todos los alumnos del taller protegido de banquetería de la Escuela Especial Unamkalen se ven alegres, ansiosos y muy generosos compartiendo su trabajo.
A nuestra llegada nos ofrecen chocolates y alfajores que ellos mismos han preparado, al mismo tiempo que algunos nos cuentan lo mucho que les gusta el taller y otros nos confiesan que es ése el oficio al que se quieren dedicar cuando terminen la escuela.
“Ayudo a mi mamá a cocinar en la casa. Antes no sabía cocinar, ahora aprendí a cocinar de todo: brazo de reina y pie de limón. En esto yo quiero trabajar. Esto enseña harto y también puedo ganar dinero”, Yuviza (19).
“Me gusta tanto hacer esto. Me gusta más hacer que comer. Mi mamá está contenta. Cuando se acabe el curso me gustaría seguir cocinando, me gustaría hacer dos cosas: cocinar en mi casa y también vender para salir ir a trabajar”, José Luis (27).
“Me gusta participar en este taller de cocina. Yo también trabajo cuidando niños. Cocinar y cuidar niños me gusta. A mi familia le gusta que yo haga esto. Cuando se termine este taller me gustaría viajar”, Yarna (24).