Promover, facilitar y difundir la inclusión de las personas con discapacidad cognitiva

Abusos y discapacidad cognitiva

NOTICIAS - 5 febrero, 2013

abusoCon estupor los chilenos nos hemos enterado de que el Servicio Médico Legal acreditó hace unos días la violación de una niña con síndrome de Down, hecho que se habría producido en dependencias de un connotado colegio de la capital. Lo anterior exige que se dé con los responsables y se haga justicia, pero también insta a reflexionar una vez más sobre la situación de las personas con discapacidad cognitiva.
Como es sabido, la existencia de un ambiente de confianza, como el que se da en la familia y la escuela, es el escenario ideal para que personas en situación de poder atenten contra aquellas que se encuentran en condiciones de vulnerabilidad. Este patrón de muchos abusos y agresiones sexuales que afectan a niños y adolescentes se ve agravado cuando la víctima tiene algún tipo de discapacidad cognitiva. Esto por la credibilidad inocente que otorgan estos niños y jóvenes a figuras adultas, como por su moderada capacidad de comunicar lo que están viviendo a personas protectoras.
Se ha comprobado que la vulnerabilidad frente a este tipo de ataques a niños y jóvenes con discapacidad cognitiva es superior a la de personas sin esta condición. Lo anterior obliga a generar mecanismos de prevención, detección y protección ante este tipo de abusos.
Al respecto, la prevención tiene como protagonista al niño o joven y comienza dentro de la familia, extendiéndose a los entornos más cercanos y a la sociedad. En ello es fundamental reconocer las capacidades de las propias personas con discapacidad en el aprendizaje de medidas de autocuidado. La tarea comienza potenciando las habilidades de autonomía personal y también educando en una correcta sexualidad, que promueva el cuidado de su cuerpo y el establecimiento de límites.
Por su parte, los adultos cercanos y significativos deben mantener canales de comunicación abiertos, confiar en el relato de los niños y jóvenes, sin resistencias, negaciones o tabúes. Estar atentos a los cambios físicos y psicológicos que puedan surgir en ellos, interpretando señales tales como aislamiento, miedo, ansiedad e hiperactividad, es crucial.
No obstante, un elemento imprescindible también es la atención que los miembros de todos los círculos “institucionalizados” en los que se mueve el niño o joven, como la escuela, tomen los resguardos necesarios y las medidas proactivas para prevenir todo tipo de abuso. Así se podrá contribuir a erradicar este flagelo que vulnera tan crudamente el derecho a bienestar de las personas con discapacidad cognitiva.
 
Hugo Cabrera Segura
Director Ejecutivo
Fundación Descúbreme

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